Educadores con fe: la “gramática de la vida”, según el Papa León XIV
En una ceremonia cargada de simbolismo, el Papa León XIV ha canonizado al intelectual inglés John Henry Newman, proclamándolo co-patrono de la educación católica junto a Santo Tomás de Aquino. La celebración, centrada en el papel humano y espiritual de los educadores, marcó el cierre del Jubileo del Mundo Educativo, celebrado en Roma.
“La gramática de la vida pasa por educadores con fe, educadores que enseñan de corazón a corazón”, afirmó el Pontífice durante la homilía, resumiendo el núcleo de su mensaje en la misa de canonización de San John Henry Newman, académico, pensador y hombre de profunda fe, elevado también al título de Doctor de la Iglesia.
La ceremonia, celebrada este sábado 1 de noviembre en la Plaza de San Pedro, congregó a centenares de peregrinos procedentes de más de un centenar de países. Entre los asistentes destacaron académicos, representantes de instituciones católicas y delegaciones del ámbito educativo. En nombre de Guinea Ecuatorial, estuvo presente el sacerdote Fernando Ignacio Ondo Ndjeng, presidente de la OIEC para África y Madagascar.
El acto puso fin a una semana jubilar dedicada a la educación, en la que escuelas, universidades y congregaciones reflexionaron sobre los desafíos de la enseñanza católica en el siglo XXI. El Papa recordó que la formación humana constituye el pilar esencial de toda educación, advirtiendo que “sin ella, las demás dimensiones formativas caen en saco roto”.
Durante la misa de difuntos que clausuró el Jubileo, León XIV elevó una oración por las instituciones educativas católicas que —según dijo— “están siendo atacadas por nuevos movimientos neoliberales que pretenden negar a la Iglesia el derecho de mantener sus propias universidades”.
El Pontífice presentó a San John Henry Newman como un modelo de equilibrio entre razón y fe, entre pensamiento crítico y vida espiritual. Su legado, subrayó, demuestra que la educación católica no solo transmite conocimiento, sino que forma corazones capaces de discernir, servir y transformar el mundo.
Con este gesto, el Papa León XIV clausura una semana destinada a reafirmar el sentido más profundo de la educación católica: un camino humano y espiritual donde enseñar, como dijo, “es un acto de amor y esperanza compartida”.
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