La CAF de Motsepe: un retroceso para el fútbol africano

La Confederación Africana de Fútbol (CAF), bajo la presidencia del Dr. Patrice Motsepe, atraviesa una de sus etapas más cuestionadas. Lo que debería ser una gestión orientada a fortalecer y prestigiar las competiciones africanas, se ha convertido en un motivo de descrédito. Motsepe, lejos de consolidar una dirección autónoma y firme, parece haberse acomodado al papel de simple ejecutor de los designios del presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

Las consecuencias están a la vista: las competiciones africanas pierden atractivo, entusiasmo y credibilidad. ¿Cómo se explica que la Copa Africana de Naciones (CAN), considerada la tercera competición de selecciones más importante del planeta después del Mundial y la Eurocopa, siga disputando partidos clasificatorios sin el uso del VAR? Mientras Europa garantiza transparencia en cada encuentro con tecnología, África continúa expuesta a los errores y arbitrariedades humanas. Un retroceso lamentable para un continente que sueña con competir de igual a igual en el escenario mundial.

La ausencia del VAR ha permitido actuaciones arbitrales indignas de una competición seria. El caso del encuentro entre Santo Tomé y Guinea Ecuatorial, disputado en Marruecos, es un ejemplo que retrata el problema. El árbitro de Mauricio, Patrice Milazare, y sus asistentes cometieron errores tan groseros que provocaron indignación generalizada: penaltis inexistentes, decisiones incomprensibles y un espectáculo que terminó siendo recordado más por la polémica que por el fútbol.

África no puede permitirse partidos así. Los árbitros no son los protagonistas; los aficionados no acuden a los estadios para verlos, sino para disfrutar del talento de los jugadores y la emoción del deporte. Sin embargo, los errores arbitrales se han convertido en una sombra permanente que desacredita nuestras competiciones.

El VAR no es un lujo, sino una necesidad. Es una herramienta que ayuda a los árbitros, corrige injusticias y garantiza el juego limpio. Mientras Europa invierte en mejorar constantemente sus competiciones, África sigue retrocediendo bajo la pasividad de la CAF. El inmovilismo de Motsepe y su incapacidad para tomar medidas contundentes ponen en evidencia un liderazgo débil, más preocupado por complacer a la FIFA que por defender el futuro del fútbol africano.

Si África quiere dejar de ser el continente de las promesas incumplidas, debe empezar por profesionalizar sus estructuras y dotar a sus competiciones de la seriedad que merecen. El fútbol africano no puede seguir siendo rehén de la incompetencia dirigencial ni de arbitrajes vergonzosos. Motsepe tiene la responsabilidad y la obligación de actuar. De lo contrario, su gestión quedará marcada como la etapa en la que el fútbol africano perdió credibilidad.

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